Acompañado por su guitarra y Ricard Miralles al piano, Joan Manuel Serrat hizo las delicias del aforo que llenó una noche más el Luna Lunera. Un público que escuchó las canciones en un respetuoso silencio, pocas veces se atrevió a acompañar al maestro en algunas estrofas y estribillos, pero que le bañó en interminables aplausos después de cada tema. Serrat, con su gran carisma e inconfundible voz, contó sus historias cantando y también hablando mucho entre canción y canción, provocando risas y más aplausos. El concierto comenzó con 'Caminante no hay camino', y continuó entre copas de cava, 'La mala racha', 'La bella y el Metro', 'Para la libertad', 'Esos locos bajitos','Mediterraneo'... El primer bis lo eligió el público, "para que luego no digan que soy un borde" dijo con buen humor, tocó 'Lucía', y dos horas después de recitar los versos de Machado, se despidió con la optimista 'Hoy puede ser un gran día'.
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