lunes, 27 de julio de 2009

Ya tenemos una ganadora del concurso -VACACIONES EN LA LUNA-


Diana Abadía gana el concurso -VACACIONES EN LA LUNA- organizado por Aragón Radio y el Festival Luna Lunera´09

Disfruta de la historia ganadora:

Aquella historia me dejó sin palabras. Nunca había escuchado un relato parecido, tan fantástico y a la vez tan real que nunca pensé que algo así pudiera suceder.

Mi abuela me solía contar historias de su vida pero aquella me dejó perpleja. Una tarde mi abuela nos visitó. Mis padres decidieron ir a Sos del Rey Católico, un municipio de la Comarca de las Cinco Villas. Nunca había estado allí. Mi abuela me contó que había sido declarado conjunto histórico y artístico de gran interés cultural. Además es la cabeza de las Altas Cinco Villas. Así pues me imaginé las calles de aquel municipio: casas de piedra, portadas con dovelas y escudos, con ventanas góticas y renacentistas y como no con sus estrechas calles antiguas. También pensé que de las casas y palacios se respirarían historias con grandes secretos.

Al fin llegamos y la verdad que me había imaginado muy bien su aspecto. Las vistas desde la carretera eran tan preciosas que me quedé cautivada por aquella hermosura. Cada vez nos acercábamos más y ya tenía ganas de recorrer sus calles.

Mi madre hizo de guía puesto que de pequeña solía visitarlo con mi abuela. Pasamos por la calle Fernando el Católico. Fuimos a ver el Castillo. Este fue construido en el año 975 por los árabes, reconstruido en el siglo XII por Ramiro II, contaba mi abuela.

Recorriendo sus calles de piedra me daban escalofríos. Supongo que algunas personas pueden pensar que es una exageración pero la verdad es que les recomiendo a todas aquellas personas que les guste la hermosura de las casas y calles antiguas que lo visiten.

Íbamos paseando por el pueblo cuando nos encontramos frente a una casa parecida a las demás pero enorme, era como un palacio. Mi abuela se quedó paralizada, era como si estuviera viendo algo que yo no podía ver. Me quedé mirando la casa para comprobar que estaba ocurriendo. No vi nada extraño, parecía una casa normal aunque lo que si me llamó la atención fue aquel símbolo. Sabía que lo había visto en algún sitio pero no me acordaba.

Regresamos a casa y mi abuela había estado muy pensativa durante el trayecto, yo diría que desde aquel símbolo. No le di más importancia y como todas las noches ayudé a mi abuela a que se acostara en la cama y le di las buenas noches. Después me dispuse a ordenar un poco su cuarto mientras ella dormía. Me llamó la atención un broche que tenía sobre la silla con forma de luna. Parecía como si lo hubiera visto antes pero no conseguía averiguar dónde.

A la mañana siguiente quise preguntar a mi abuela el motivo de su comportamiento al ver aquella casa pero no me atrevía, parecía aún paralizada. Al fin se lo pregunté y mi abuela me contó una verdadera historia de amor con un final increíble.

Mi abuela tenía 17 años cuando sucedió y aún así se acordaba perfectamente de aquel día, un 4 de mayo. Como todos los días mi abuela fue con su madre a repartir leche por las casas de Sos del Rey Católico, iban recorriendo pueblo por pueblo vendiendo leche. Llamaron a la puerta de una casa de la que salió un chico que debía tener la misma edad que mi abuela en ese momento y les compró leche. El chico miraba tanto a mi abuela que ni se enteró de que le había dado a mi madre el monedero entero y esta como buena persona sólo cogió lo necesario para la botella de leche.

En estos momentos de la historia, veía en la cara de mi abuela una sonrisa indescriptible. Después de limpiarse las lágrimas que cubrían su cara prosiguió con la historia.

Tras coger su madre el dinero se fueron calle abajo donde se encontraba la siguiente casa. Al irse el chico seguía mirándola y por supuesto mi abuela también lo hizo porque de lo contrario no sabría que él la admiraba.

Mi abuela se había enamorado por primera vez pero sabía que no volvería a verlo hasta después de cuatro o cinco meses que era cuando volverían ella y su madre a aquel pueblo. Durante todo el recorrido que hicieron por Sos mi abuela no hacía más que mirar hacia atrás teniendo la esperanza que antes de irse volvería a ver a ese chico.

El trayecto estaba a punto de terminar cuando empezó a llover como nunca mi abuela había visto. Se empezaron a inundar las calles y los caminos parecían ríos. Se refugiaron en una taberna un poco maloliente y a mi abuela le pareció que estaba al lado de la casa de aquel chico pero no le dio mucha importancia porque no recordaba exactamente aquella casa y aún encima todas eran muy parecidas.

Así pues se sentaron en unas banquetas y pidieron dos vasos de agua. El camarero les atendió muy educadamente. Aunque estaba lloviendo y no podían volver a casa hasta que no parara la tormenta, mi abuela seguía feliz y muy contenta porque al permanecer en el pueblo tenía más posibilidades de volver a verlo.

Se iban a marchar cuando el camarero les llamó y les dio algo envuelto en un papel. El camarero les dijo que era para la hija, de parte de un chico muy especial que tenía un poco de vergüenza, añadió. Esta lo abrió y calló sobre sus manos un broche muy bonito y brillante. Este tenía forma de luna como aquel símbolo de la casa y aquel broche que mi abuela tenía en su habitación.

Mi abuela se marchó del pueblo muy contenta porque aunque ya no iba a ver a aquel chico, por lo menos tendría un recuerdo para poder acordarse toda la vida.

Pasaron los años y mi abuela por fin encontró su segundo amor, Pablo. Le conoció en las fiestas de su pueblo, Ejea. Pablo era de Sos del Rey Católico y a mi abuela, por lo de antes contado, le hizo mucha gracia, las dos personas de las que había estado enamorada eran del mismo pueblo.

Así pues se fueron conociendo, año tras año y por fin se casaron. Según mi abuela me iba contando, se casaron totalmente enamorados el uno del otro. Vivieron muy felices y como ya se intuye tuvieron a mi madre, así que su matrimonio fue muy bien.

Pero mi abuela se quedó estupefacta con lo que le contó mi abuelo unos días antes de morir, ya que estaba enfermo del corazón. El broche de aquel chico de Sos del Rey Católico, que le había regalado a mi abuela, era de Pablo su supuesto segundo amor con el que había pasado toda la vida. Ninguno de los dos se había dado cuenta hasta que mi abuelo le vio aquel broche en el hospital en el que estaba ingresado. Aunque mi abuelo se murió días después mi abuela aún lo quería más y lo sigue queriendo. En cuanto al broche, siempre lo lleva con ella.

Dicen que el destino no está escrito pero a veces en la vida hay maravillosas coincidencias que te hacen pensar todo lo contrario.

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Autor: Vicente Pallarés
Fuente: www.aragonradio2.com




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